Durante la semana comprendida entre el 19 y el 23 de marzo pasado, Santiago se transformó en el centro de uno de los acontecimientos más singulares que hayan tenido lugar en Chile en los últimos tiempos: el encuentro fortuito entre la 42° asamblea del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y Chilepoesía. Acaso sin proponérselo, al patrocinar ambas actividades el gobierno enfrentó en esa semana dos lógicas, dos conceptos inconciliables: el pragmatismo conservador de las finanzas y el idealismo revolucionario de la imaginación contemporánea.