Me aterra la cuantía de las formas canónicas usadas para transmitir el agradecimiento. Al cabo de una búsqueda prolongada selecciono tres: gracias, muchas gracias, muchísimas gracias. En esta diversidad de formas se alojan mis sentimientos, los profundos y los superficiales, que hoy se me vuelven uno solo. Nada más me resta añadir lo para mí evidente: mi gratitud con Chile (su gente, sus letras, sus ejemplos morales) comenzó mí hace bastante tiempo.