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in Revista Chilena de Antropología
“La hora del Nütram”. Historiografía mapuche en definición y expansión 2006-2019
Resumen:
Este trabajo reflexiona en torno a la mirada indígena de la historia, más puntualmente las propuestas de sentido que han emergido desde las Letras mapuche en Chile, a partir del año 2006 a la fecha. Lo anterior, con la finalidad de caracterizar e identificar las matrices de análisis que se han ido configurando con los años, especialmente los componentes políticos y teóricos que se han ido hilvanando, lo que se ha dado a llamar la historiografía mapuche, como ejercicio intelectual e insurgente a la vez.
1.INTRODUCCIÓN
La historiografía mapuche, en estos últimos años, ha amasado notoriedad evidente en foros y discusiones en Chile y otras latitudes. Los motivos son varios. El curso de los acontecimientos desde 1990 en adelante ha ido tiñendo de violencia colonial, el accionar mapuche ya sea en zonas urbanas como en rurales (Mella 2007; Correa y Mella 2010). Las organizaciones políticas mapuche que abrazan las aspiraciones de autonomía y auto determinación han sufrido el peso de la represión estatal chilena. Jorge Iván Vergara y Martín Correa (2014), por ejemplo, dan cuenta en Las tierras de la ira, la larga historia de violencia y abusos que ha experimentado la comunidad de Temulemu en la región de la Araucanía, desde que inició su marcha por la recuperación territorial. En esta misma línea, consignar que desde noviembre de 2002 a la fecha han sido asesinados por bala policial chilena varios jóvenes mapuche comprometidos con las movilizaciones y reivindicaciones históricas mapuche. Desde Alex Lemün, ese año 2002, a Camilo Catrillanca, también asesinado en noviembre pero de 2018, la criminalización de la causa mapuche y militarización de sus territorios, han sido la tónica permanente (Pairican et al. 2018).
Hace cien años, por no ir más atrás, la población mapuche vivía un momento crítico. La reducción, eufemísticamente llamada radicación, fue el momento de la historia mapuche y chilena que legitimó el anhelo de estos últimos de ver extinguidos a los primeros. En 1919, sin embargo, esta macabra intencionalidad colonial, poco a poco, comenzó a verse truncada. En 1910, el año del Centenario de la república, nació la primera organización política mapuche, la Sociedad Caupolicán Defensora de la Araucanía, y en 1917, se fundó la Federación Araucana. A esto debemos sumar, la generación de los primeros escritos mapuche: Manuel Manquilef en 1911 inaugura este capítulo. Margarita Canío y Gabriel Pozo (2013), sostienen que en realidad el primer texto mapuche fue de Nawelpi entre 1901 y 1905 (Mariman et al. 2019: 7). Por el lado chileno, Tomás Guevara y sus escritos “testimoniales” - pensando en las generaciones venideras de chilenos que no iban a conocer a los protagonistas de La Araucana de Ercilla-, comenzaron a ser sostenidamente superados por la población mapuche en reducciones y poco a poco habitando ciudades, pu waria.
En este sentido, lo que observamos entre los años 2006 y 2019, es la fuerza creadora, rebelde e insurgente, de nuevas generaciones de hombres y mujeres mapuche que han asumido la lucha por dignidad y autonomía desde la trinchera letrada, la reducción de las letras en su magnánima expresión. Podríamos referirnos a un despertar subalterno o de colonizados en procesos de liberación-reflexivo, sin embargo, creemos que estamos frente a una elaboración política-literaria- discursiva que supera las nomenclaturas antes consignadas, en gran medida, por tres motivos cruciales: a partir de la publicación de Escucha winka en 2006, la historiografía mapuche ha impulsado nuevos sitios de enunciación, ha recogido experiencias propias y ajenas para elaborar una propuesta bien hilvanada, coherente y en sintonía con el kimün y el rakidüam (conocimiento y reflexión mapuche) y con la dinámica investigativa, académica e intelectual. Los tres puntos anteriores, por el peso del trabajo desplegado y sus proyecciones políticas y epistemológicas, hacen de quienes han enunciado estos años sus proposiciones, sujetos políticos en clave descolonizante, en sintonía con la emancipación y la autonomía. Sostenemos que estamos, como lo indica el título de este trabajo, en la “hora del Nütram”, entendiendo el Nütram como un ejercicio cardinal que congrega metodologías, epistemología, debates y emociones de historia específicamente mapuche (Canales 2014: 195). Jorge Pinto, vinculándose con la discusión referida a esta historiografía, sostuvo en 2015:
A mí me parece que son aportes muy interesantes, porque son producto de una mirada distinta a la que tenemos los historiadores no mapuche, por lo tanto yo valoro el esfuerzo que están haciendo los jóvenes historiadores mapuche, porque me da la impresión que están contribuyendo notablemente al conocimiento que debemos tener de lo que ocurrió aquí en la región de La Araucanía (Canales 2015: 233).
Añadiendo: “Creo que aportan no solo nuevas miradas, sino que refrescan la historiografía, la ventilan y de alguna manera aportan un conocimiento que nosotros no podemos producir (Canales 2015: 233). Criticando en algunos, no en todos los historiadores mapuche, aclara Pinto, una suerte de resentimiento que afecta la mirada de la historia, recordando una frase de Escucha winka: “ellos mismos lo dicen en el “Escucha wingka”, “Muchos nos dirán resentidos y tal vez lo somos”, dicen ellos textualmente. Yo creo que eso podría generar una suerte de barrera” (Canales 2015: 233).
A partir de lo antes expuesto, proponemos como matriz de análisis en estas líneas, tres puntos centrales que dan sentido e robustez a estas letras que se tejen a diario: por un lado, que el año 2006 se conjugaron elementos históricos y de debate político-epistemológico que generaron un nuevo momento en los estudios mapuche; en segundo lugar, que luego de inaugurado este ciclo, varios y varias investigadores mapuche fueron ingresando al debate tanto en esferas de poder como académicas, visibilizando las letras mapuche y también las causas políticas de fondo del movimiento; y por último, consignar que esta historiografía ha ido sumando a sus atributos, otro como los de orden geoespacial, de genero e intercultural.
La reciente publicación de ¡Allkütunge, winka! ¡Ka kiñechi! (2019), libro que nace de la estructura basal e inspiradora de Escucha winka, al cual se suman dos nuevos ensayos, escritos por mujeres mapuche, más un epilogo “presente haciendo futuro” (Mariman et al. 2019: 346) es reflejo sustancial de la memoria larga de resistencia, a la que alude Silvia Rivera Cusicanqui (1984). “Al hacer trawün, al hacer nütram, podemos robustecer el movimiento desde cada una de nuestras autonomías, imaginando y creando la descolonización” sostienen Enrique Antileo y Simona Mayo en las conclusiones del libro (Mariman et al. 2019: 346).
Sin duda que dar cuenta de estos años de escritura y pensamiento mapuche, desde la historia, pero también desde la poesía, el cine, la música y la dramaturgia, permiten ejercitar la reunión, la confluencia, la discrepancia como ejercicios que alientan la construcción de más y nuevos caminos para la historia, las ciencias sociales y las organizaciones mapuche, que reflexionan desde la acción y desde el debate, activando el intercambio de miradas y pareceres.
2.EL GRITO DE PARTIDA
El primer grito mapuche a la alteridad no mapuche en Chile y Ngülümapu se enunció en 2006 con la publicación de Escucha winka. Sus autores fueron claros y precisos: el libro fue concebido como un grito de colonizados a otros colonizados y al colonizador, de mapuche a chilenos (Mariman et al. 2006: 10). Un texto formado por cuatro ensayos de historia nacional mapuche y un epilogo de futuro, como indica su título. Si bien no fue el primer texto de historia mapuche escrito por mapuche, su puesta en escena, política, social e intelectualmente, marcó una cesura considerable en las letras mapuche hasta ese momento. El dibujo de la autonomía como proyecto posible de implementar, se vislumbraba como un tema cada vez más cerca de concretar.
El año 2000 Jorge Pinto Rodríguez coronaba su arduo trabajo en la Universidad de la Frontera, presentando su libro más relevante: La formación del Estado y la nación y el pueblo Mapuche. De la inclusión a la exclusión. Un trabajo que hace las veces de eslabón entre la continuidad y el cambio que se estaba gestando en la historiografía en torno a los mapuche. Su trabajo es considerado paradigmático en cuanto a historia regional, pues el autor supo elaborar un mapa histórico de la Araucanía que diera cuenta de los procesos convergentes y divergentes que la han ido configurando a partir de la consumación de la ocupación militar de territorio mapuche en 1883.
En noviembre de 2002 fue asesinado por bala policial el joven Alex Lemün; agonizó en Temuco siete días, muriendo el 14 de noviembre de ese año. En Santiago, el gobierno de Ricardo Lagos enfrentaba esta crisis acusando a los mapuche de terroristas y contrarios al estadio de derecho. A nivel historiográfico, por otro lado, el año 2005 Martín Correa, Nancy Yáñez y Raúl Molina publicaron La Reforma Agraria y los mapuche, texto clave en el estudio que por aquellos años se hacía respecto del “problema de la tierra” en las regiones de Bio Bio y Araucanía respectivamente. Un texto que, a partir de la impronta de sus autores, historia, geografía y derecho, presentaba como novedad precisamente este enfoque interdisciplinario; fuentes, datos, estadísticas, que permitieron profundizar más en un tema candente. Dos años después, 2006, se publican dos textos importantes: el de Victor Toledo Llancaqueo, Pueblo Mapuche, derechos colectivos y territorio: Desafíos para la sustentabilidad (2006) y Escucha winka. Este último, eclosiona interpelando a la esfera chilena y mapuche a la vez, desatando una verdadera revolución escritural mapuche. Los trabajos acerca de historia redactados de ahí en más, sin opacar lo hecho antes, fueron la feracidad subalterna en su máxima expresión.
Al momento de la aparición de Escucha winka, la coyuntura mapuche estaba signada por varios aspectos en contra: la operación paciencia, llevada a cabo por los organismos de inteligencia chilena, había llevado a cárcel a la plana mayor de la dirigencia vinculada a las movilizaciones y actos de recuperación de tierras en las provincias de Bío Bío, Malleco y Cautín principalmente. Así, la cárcel de El Manzano en Concepción, de Temuco, y varias más vieron el ingreso de estas dirigencias a sus celdas. Así, la criminalización de las demandas mapuche fue cada vez más explícita y tensional. Victor Mella, por ejemplo, publicó Los mapuche frente a la justicia chilena (2007), describiendo y denunciando estos procesos y las vejaciones mapuche infringidas por el sistema judicial chileno, más puntualmente por la reforma procesal penal. Así, el grito que declara este libro no solo fue un hecho sino una necesidad urgente, hacia la sociedad chilena y su cada vez menos capacidad de reacción frente a los cuadros neoliberales que la fueron desmovilizando desde la vuelta a la democracia en más (Moulian, 1998; Gómez Leyton, 2004; Gaudichaud 2015).
A partir del impulso dialógico de Escucha winka, el año 2007 fue publicado Intelectuales indígenas piensan América latina, cuya editora fue Claudia Zapata, puso en la mesa otro gran debate: el de la pertinencia de denominar a hombres y mujeres indígenas, escribiendo y siendo parte de foros académicos, como intelectuales indígenas ( Rappaport, 2007 ; Monroy-Álvarez, 2008 ; Fernández, 2010 ). Las opiniones fueron encontradas, todavía lo son, pues para algunos interlocutores dicha noción no se relacionan de modo alguno con la cosmovisión de los pueblos indígenas, es más no guarda relación alguna con la imagen de un pensador que mirada “desde arriba”, desde una torre de marfil, lo que sucede en la sociedad. Para otros y otras, dicha noción es válida si se entiende a partir de adecuaciones, como lo plantea la propia Zapata, cuando define que estas intelectualidades escriben desde otra lógica, comunitaria y signada por su compromiso con el pueblo indígena aludido (Zapata, 2007). En esta orbita, propusimos al menos dos ideas más destacas en este debate: por un lado, que la construcción de las intelectualidades indígenas son un proceso social y político en el seno de sociedades nacionales que no tuvieron en su planeación inicial, permitir la eclosión de este sujeto ( Canales, 2014a ); además fue planteó en lógica de mapa conceptual-relacional, que ser parte de los debates de descolonización dan la especificidad de fondo en un intelectual indígena (Canales, 2014b).
Todo se agudizó, letras, ideas, demandas, emociones, el 3 de enero de 2008. Ese día, radio Bío Bio (RBB) informaba en exclusiva y desde el mismo lugar, a partir de la llamada de un comunero, del asesinato de un joven en manos a carabineros en un predio de la comuna de Vilcún en la Araucanía.
Con el correr de los minutos se supo la identidad del mapuche caído, Matías Catrileo Quezada era su nombre. Estudiante de agronomía de la Universidad de La Frontera y con residencia en Santiago, los medios de prensa comenzaban a bombardear con información lo que estaba sucediendo en territorio histórico mapuche. El Illkün (enojo) fue, sin duda, el sentimiento que más embargó el funeral del joven Catrileo. Mapuche de todas las latitudes del antiguo territorio y de las ciudades, se congregaron en un multitudinario Elwün (funeral), en el cual se reafirmó el propósito político de autonomía, control territorial y autodeterminación, además de denunciar una vez más la violencia estatal contra el pueblo Mapuche, la impunidad de sus instituciones y el magro cuadro de criminalización-militarización de sus reducciones. Así fue como Martín Correa y Eduardo Mella escribieron precisamente Las razones del Illkün/enojo (2010). En enero de 2018, Fernando Pairican en Temuco y de manera simbólica, presentó la Biografía de Matías Catrileo, obra que nace de la petición directa de la familia (Pairican 2018). Sobre esta obra volveremos más adelante.
El año 2010 presentamos Tierra e Historia, un trabajo referido a los estudios y controversias en torno a los estudios acerca de los mapuche en Chile, como indica la bajada del texto. Allí se problematizó el quehacer propositivo de la historiografía chilena acerca de los mapuche en los últimos cincuenta años del siglo XX, incorporando en este análisis de la “Hora de Nütram”, letras que Canales, 2014: 195). En general, y como se ha de suponer, desde la chilenidad, la cuestión mapuche no fue avizorada sino desde prismas y sitiales constreñidos por miradas que no dieron la centralidad a los mapuche como sujetos históricos en propiedad, sino más bien como arista de la historia -siguiendo la secuencia conceptual de Frederick Jackson Turner-, de la gran frontera (Canales, 2014: 64-65). En la década de 1990, los estudios fronterizos y los trabajos interétnicos, fueron viendo como ingresaba al debate, la historia escrita por hombres y mujeres mapuche. En 1990, los debates respecto de autonomía eran puestos en relieve por José Mariman; en 1994, José Ancán y los Mapuche urbano; en 1990 la idea del retorno a territorio mapuche (Ancan y Calfío 1999); en 1997 Pedro Mariman y la Diáspora mapuche; más la poesía de Elicura Chihuailaf (1999) y el impulso creativo del Centro de estudios y documentación Liwen, que había nacido en 1989, fueron tiñendo de mapuchidad la mirada de la historia chilena.
3.IRRUMPIENDO EN LA CIUDAD PROHIBIDA
Frantz Fanon en Los condenados de la tierra (1963) se refiere a la acción irruptiva, concreta y también simbólica de ingresar a la ciudad prohibida; el sitio que niega a algunos la libertad, oprimiéndoles y anulándoles. Todo esto en contextos de luchas de liberación nacional en Argelia, norte de África. Leer a Fanon, en esta coyuntura, tiene que ver con referenciar tópicos que trazan la resistencia colonial de un pueblo al que se le ha legado solo violencia. Fanon y la inspiración caribeña, han resultado gravitantes en este proceso.
Entre 2012 y 2016 se observó la presencia -una verdadera irrupción- de abundante material para el debate y la discusión desde las letras mapuche. Los libros de historia y ciencias sociales que se declaraban escritos desde un sitial mapuche, proliferaron. En este sentido, el 2012 es un hito temporal emblemático para el trabajo mapuche de reconstrucción de la historia nacional. Vemos aquí la irrupción a la que hacemos alusión antes. Ese año la Comunidad de Historia Mapuche, hace este camino de ingreso, publicando su primer trabajo de orden colectivo, titulado Ta iñ fijke xipa rakizuameluwün. Historia, colonialismo y resistencia desde el país Mapuche (Nahuelpan, Huinca y Mariman 2012).
En 2013 la Revista de Historia Social y las Mentalidades, publicada por el Departamento de Historia de la Universidad de Santiago, y bajo la coordinación de Fernando Pairican Padilla, publicó un dossier referido a historia mapuche que congregó varias miradas al tema. Escribieron en este texto Enrique Antileo, Sergio Caniuqueo, Claura Anchio, Héctor Nahuelpan, el propio Pairican y Herson Huinca Piutrin. Con el paso de los años, esta propuesta ha sido ampliamente citada y referenciada. Uno de los textos que más se escucha o lee en citas es de Héctor Nahuelpan referido a la vida de “Maria” y las “zonas grises” de la historia mapuche (Nahuelpan 2013: 11). También el texto de Sergio Caniuqueo, sumado a otros que van en la misma línea, ha sido muy considerado, es que el tema de la dictadura militar de Augusto Pinochet y la reconfiguración del colonialismo chileno, sin duda son puerta de entrada al Chile de hoy (Caniuqueo 2013: 89). Otro destacado libro presentado el 2013, desde una mirada chilena, fue el de Tito Tricot referido a la autonomía mapuche y el accionar del movimiento autonomistas desde la vuelta a la democracia. Este sociólogo considera que la lucha por autonomía no solo ha dado un norte a las organizaciones sino un sentido anclado en la historia mapuche, en la voz de los antiguos, de los kimche y otras autoridades tradicionales.
Respecto de lo anterior, un trabajo que se internó en la complejidad del debate mapuche en torno a la historia, la identidad(es) y los espacios en los cuales se ha ido construyendo la historia de post guerra mapuche (1883 en adelante), es el libro de José Luis Cabrera Llancaqueo (2013), Machi mongen tañi Santiago Waria mew, la historia de un machi en la ciudad de Santiago, quien presenta un relato en el cual un machi en Santiago da su descripción diacrónica de su caminar por esta gran ciudad, relacionando su caminar con tomas de terreno, trabajo asalariado y la tensión de ser machi en una ciudad y no en las reducciones al sur del río Bío Bío. Cabrera Llancaqueo logra de manera notable hacer confluir la memoria y los testimonios del machi con la coyuntura chilena y mapuche a la vez.
El 2015 estuvo cargado por varios acontecimientos en la esfera mapuche. La criminalización de la protesta mapuche no cesó en lo absoluto. En agosto de ese año, los camioneros de la Araucanía llegaron a Santiago, generando conmoción y caos vial en una ciudad de por si congestionada. El Mostrador titulaba esta noticia diciendo “El día que el conflicto mapuche llegó a Santiago” ( El Mostrador, 2015). En Santiago, Fernando Pairican presentaba su trabajo Malón, una mirada al movimiento mapuche contemporáneo en clave de rebelión y luchas autonómicas. Este libro, rápidamente fue marcando pauta en foros y debates, cuestión que le ha valido ser reconocido como texto clave en las letras mapuche en su conjunto. En sus letras se lee un reclamo y advertencia del autor, cuando indica con vehemencia que malón tiene un significado preciso, político y muy gravitante, rechazando su uso como sinónimo de “fiesta” (Pairican 2015). También se lee un concienzudo recuento de la historia mapuche y el peso colonial chileno que la ha ido marcando. Pairican discute con el pensamiento chileno, pero también con el pensamiento mapuche, y con las claves para entender la autonomía y los caminos para llegar a ella (Pairican 2015).
También en 2015 fue presentado el segundo libro de la Comunidad de historia mapuche, denominado Awükan ka kuxankan zugu Wajmapumew. Violencias coloniales en Wajmapu, un texto que llegó para complementar lo expuesto en el primer libro de 2012. Con trabajos que apuntaron a visibilizar las formas de violencia colonial contra los mapuche. Si bien todos los textos son interesantes e invitan al debate, destaco las propuestas de tres jóvenes investigadores mapuche: Jaime Antimil Caniupan, Juan Porma Oñate y Ana Karen Vásquez (2015 ), quienes desde su experiencia e ímpetu bosquejaron líneas de historia marcadas por el despojo, la discriminación y la fuerza asimilacionista de la sociedad hegemónica colonial.
Por último, cerrando esta etapa de irrupción en la ciudad prohibida, nos encontramos con dos textos marcados por la noción histórica de la marginalidad. Zuamgenolu. Historia mapuche en contextos de estado nacional chileno (2016), es uno de ellos. Un trabajo colectivo, mancomunado, que incluyó textos de historiadores mapuche y no mapuche, y que profundizó desde la perspectiva del poderío del colonialismo chileno, en varios capítulos de la historia mapuche durante los últimos ciento setenta años. “Lo que no ha sido considerado” es la traducción de la palabra ancla que dio vida a este texto. En gran medida, la historia mapuche ha sido eso, construir, soñar, aspirar desde los márgenes. Son parte de este libro, Sergio Caniuqueo, Fernando Pairican, Enrique Antileo, José Luis Cabrera Llancaqueo, Mathías Ordenes y Jorge Sir, y un grupo más joven compuesto por Jaime Antimil, Patricio Macaya, Javier Huechuqueo y Juan Porma. El prólogo, brillante por lo demás, fue un aporte de la historiadora de Puel Mapu, Fabiana Nahuelquir. En la introducción del libro, se demarca el sentido de estas letras, de la siguiente forma: “[…] la historiografía y ciencias sociales chilenas se han dado a la tarea de estudiar a loas mapuche como objeto y más aún como expresión de una sociedad en crisis” (Canales, 2016: 18). Marie Urrutia Leiva en una reseña al libro, sostiene que este trabajo es -a propósito del subtitulo en el cual se enmarca este párrafo- un ejemplo de irrupción en la “ciudad prohibida de la historiografía” de la que hablamos más arriba (Urrutia 2018: 243).
El otro trabajo, se titula Kyanqíbíl Xu´j Bíx Kyanqíbíl Qxe´chi / Tuwün pu Zomo. Mujeres y pueblos originarios. Luchas y resistencias hacia la descolonización (2016), cuyas compiladoras fueron Millaray Painemal y Andrea Álvarez (2016). Un texto, clara y conciso, que se interna en la discusión referida al feminismo y sus luchas desde la óptica de las mujeres. Según Andrea Álvarez, el libro “(…) se sitúa a 20 años de auge e irrupción, a nivel continental, de las demandas de las mujeres de los pueblos originarios” (Painemal y Álvarez, 2016: 17). Este trabajo colectivo se divide en dos grandes partes, además de un prólogo escrito por Rita Laura Segato; la escrita del texto deja clara la perspectiva analítica y epistemológica del libro: por un lado, cuerpos racializados, y por otro, lecturas desde feminismos descentrados.
4.UN GRITO OTRA VEZ
Ahora bien, por qué en abril de este año nos enfrentamos a un nuevo grito mapuche, semejante, susurrante y preciso, pero no igual al de 2006. El anterior, no se escuchó, no se entendió. Cómo procesó la sociedad chilena el grito de colonizados a otros colonizados que Escucha winka, develó. Cuál es el motivo profundo de este nuevo grito, impreso en ¡Allkütunge, winka! ¡Ka kiñechi! (2019).
Creemos que la discusión precedente nos puede ayudar a entender el por qué de este nuevo grito. En 2017 y 2018, Enrique Antileo y Claudio Alvarado Lincopi publicaron sendos libros referidos a historias de mapuche en la ciudad, en la waria indican los textos. El primero se tituló Santiago waria mew y el segundo Futra waria. El 2017 también un grupo de mujeres mapuche, dialogando con el texto compilado un año antes por Millaray Painemal y Andrea Álvarez, se dieron a la tarea de presentar su mirada mapuche de la historia. El libro fue llamado Zomo newen. Relatos de vida de mujeres mapuche en su lucha por los derechos indígenas, cuya coordinadora fue Elisa García Mingo, escribiendo aquí Elisa Loncon, Petronila Catrileo, Isabel Cañet, Millaray Garrido Paillalef, Anita Epulef, Maria Lara Millapan y Adriana Paredes Pindatray. Este libro marca su actitud frente a la alternidad, a partir de una frase vertida por su coordinadora: “(…) son ahora las mujeres las que susurran, responden, afirman o gritan desde lo profundo de la historia, exigiendo ser reconocidas como mujeres, como mapuche” (García Mingo, 2017: 14). Iniciado el 2018, por otra parte, Fernando Pairican, y como fue estipulado en líneas pretéritas, escribió junto a la familia de Matías Catrileo (2018) la biografía de este joven mapuche, asesinado por un carabinero cuando despuntaba el año 2008 en Vilcún.
Respecto de los trabajos de Antileo y Alvarado Lincopi, Santiago waria mew y Fütra waria, son parte de la reflexión y experiencia directa de los dos autores como mapuche urbanos, mapurbes en las letras de David Añiñir (2018), en su participación en organizaciones y en su compromiso con la construcción del proyecto autonómico desde variados relatos y territorios. Antileo posee una interesante trayectoria estudiando la mapuchicidad urbana, el impacto del multiculturalismo en este escenario y más recientemente acerca de racialización de las relaciones de producción (2015b) y sobre la pertinencia de leer a Frantz Fanon a la hora de evaluar la causa mapuche y sus propuestas de acción directa (2015a). Por su parte Alvarado Lincopi, con trabajos como Negro kuriche (2017a) o su publicación en Cultura, Hombre y Sociedad de la Universidad Católica de Temuco, «¿Qué pueden temer los winka si los mapuche nos unimos?» Raza, clase y lucha sindical mapuche. Santiago, 1925-1980 (2017b) dan cuenta de su sitio de enunciación como mapuche que valora la diversidad, el ser champurria diría el autor, y a la vez el caminar de dirigentes mapuche en la ciudad, más precisamente los panarifes que fueron engrosando y activado la vida sindical como expresión de sociabilidad mapuche pero también como gesto de resistencia en contextos chilenos desfavorables.
En cuanto a la Biografía de Matías Catrileo, podemos reconocer que esta obra es parte de la protesta mapuche contra la violencia, el abuso y la impunidad chilena. Desde el caso de Alex Lemün en 2002 a la actualidad, el manto de impunidad ha sido la tónica en las investigaciones referidas a las muertes de jóvenes mapuche. El caso de Camilo Catrillanca acaecido en noviembre de 2018 en la comuna de Ercilla da cuenta de una red de montajes y animadversión declarada, por parte de la policía uniformada, en contra de la población mapuche. En septiembre de 2017 nos vimos enfrentado a otro hecho vergonzoso en este sentido, la así llamada Operación huracán, que detuvo a varios dirigentes mapuche, incluyendo al líder de la CAM, Héctor Llaitul, y que en definitiva no fue más que un burdo montaje. En el caso de Camilo Catrillanca, la seguidilla de faltas y delitos cometidos por carabineros es impresionante; sus declaraciones llenas de dolor mintieron de manera flagrante. Ellos dijeron: no gravaron su accionar, no dispararon por la espalda, hubo enfrentamiento, no torturaron al adolescente que acompaña en dicho momento a Catrillanca, todo fue parte de un hecho delictual (robo de auto), así suman y siguen las falsas declaraciones de la autoridad pública. En el caso de Matías, Fernando Pairican elabora un relato histórico, marcado por un acento historiográfico, profesional, serio y riguroso, con la emoción del caminar de un joven mapuche que asume los costos de su militancia, trabaja por la autonomía mapuche, se enrola en la Coordinadora Arauco-Malleco (CAM), escribe y reflexiona acerca de la lucha en contexto desigual, “(…) para que En cuanto al libro que cierra este trabajo, ¡Allkütunge, winka! ¡Ka kiñechi!, ya hemos indicado algunas apreciaciones, sin embargo, nos detendremos en aspectos puntuales de su escritura y propuestas de sentido, como forma de actualizar la reflexión y evidenciar los indicadores que continúan siendo relevantes en este ejercicio dialógico de trece años ya. Lo aclaran los editores: “La labor historiográfica manifestada en este libro de 2019 es una urdiembre de historias diferentes que anudan una fuerza que piensa tanto los procesos colectivos como también las especificidades de nuestro Wallmapu extenso” (Mariman et al. 2019: 14). Sin duda, es un libro de gran potencia.
En términos formales, este compilado, que se erige a partir de otro, de Escucha winka, como hemos precisado anteriormente, es un nuevo grito a la alteridad chilena y mapuche también. De cuatro ensayos, se pasó a cinco; en este trabajo escriben dos mujeres, y los editores del libro –Enrique Antileo y Simona Mayo- son miembros de la Comunidad de historia mapuche que no escribe como autores en esta versión. La ausencia del trabajo de Sergio Caniuqueo Huircapan se hace notar, toda vez que la reflexión y el trabajo de este historiador es reconocido ampliamente en el circuito historiográfico mapuche y chileno. Jorge Pinto, por citar un caso, en entrevista publicada el 2015 sostuvo que Caniuqueo era, a su modo de entender, el historiador mapuche más destacado de entre un número significativo de ellos y ellas (Canales 2015: 236). Motivos de agenda y diversidad de compromisos, explican en parte la no presencia de este investigador. Todo lo anterior no resta valor al esfuerzo intelectual y propositivo de José Millalen, Pablo Mariman, Rodrigo Levil y las pu lamngen Margarita Calfío y Fabiana Nahuelquir de Puel Mapu.
Respecto de Escucha winka, este trabajo inicia su redacción con palabras para este libro basal.
[…] su emergencia fue un gesto importantísimo para el abordaje de la historia de nuestro pueblo desde autorías mapuche. Hoy, a trece años de esta primera publicación, Ediciones Comunidad de Historia Mapuche presenta una reedición de este texto fundamental, nutrido de revisiones, nuevas voces y temáticas que se abren sobre la investigación histórica de nuestro pueblo (Mariman et al. 2019: 6).
Sosteniendo:
Desde aquella fecha hasta el presente, nuestro pueblo no ha cesado de preguntarse por su pasado, por sus memorias vivas, ni de proyectar su futuro, y por lo mismo han sido creadas y esparcidas en territorio nuevas escrituras que robustecen la labor político-investigativa de las autorías mapuche (Mariman et al. 2019: 8).
Aclarando, entre otros aspectos, el valor de lo escritural en la sociedad mapuche. Sostienen:
Convengamos que la escena escritural es una de las tantas dimensiones donde se produce actualmente las “batallas por la historia”. Sin duda, su ejercicio es depositario del conocimiento histórico que nos ha legado el mapuzungun y sus formas de arte verbal (Mariman et al. 2019: 9).
En cuanto a los trabajos vertidos en las hojas de este libro, conocemos lo planteado por Millalel, Mariman y Levil. En contexto 2006 fueron proposiciones interesantes, que ampliaron debates, enseñaron a la población no mapuche acerca de las historias mapuche, y pusieron en la mesa mapuche, elementos para la discusión. Estos textos se ciñeron al desafío de pensar un epilogo de futuro, y es esta ocasión lo siguen haciendo. En el caso de las pu lamngen sus letras imprimen otra intensidad a la formalidad de este trabajo, instalando nuevas veredas por donde transitar, esto implica leer y relatar las historias mapuche desde otros sitiales de enunciación, desde las mujeres mapuche, desde sus esfuerzos, luchas y contribuciones. Fabiana Nahuelquir a partir de su escrito titulado Longkontukunien chumngechi iñ kechanentugen, chumgechi iñtrokituwün küzaw zungu mew ka chem ñinien pu mapuche tewelche Chufut mapu mew (Memorias de desplazamientos. Relaciones laborales y pertenencia del pueblo mapuche-tewelche en Chubut), plantea: “Entre el año 1875 e inicios del año 1885 se llevaron a cabo las campañas militares contra los indígenas de la Patagonia por parte del Estado argentino” agregando que “[…] incluso, en diciembre de 1882, los ejércitos argentino y chileno actuaron conjuntamente hacia ambos lados de la cordillera” (Nahuelquir 2019: 196). Antes de estas campañas, la autora consigna que la vida en dichos territorios distaba mucho de la realidad post 1875. Indica Nahuelquir:
Antes del avance estatal-militar argentino y chileno, nuestras familias eran parte de un colectivo amplio de indígenas mapuche y tewelche que ejercían territorialidad en un ámbito extenso que involucra Puel Mapu y Ngulu Mapu, cuya dinámica de organización se legitimaba en alianzas y solidaridades que funcionaban a partir de relaciones de parentesco, políticas y económicas entre distintas familias extensas en alterización al interior del mercado laboral (Nahuelquir 2019: 195-196).
Por su parte, Margarita Calfío, a partir de su trabajo Yafluayiñ mapucheke pu zomo. Mogelechi newentun siglos XIX ka XX (Mujeres mapuche. Resistencia viva en los siglos XIX y XX), inserta en la discusión histórica ciertas cuestiones que permiten evidenciar el rol de las mujeres mapuche en las organizaciones políticas. Parte la autora definiendo la palabra Yafluayiñ como “[…] como darnos apoyo, fortaleza, estar alentadas, estar firmes, con buena salud. […] refiere a lo mutuo, a nunca estar solas, a interactuar en red” (Calfío 2019: 237), proponiendo que “Las mujeres constituían fuertes agrupaciones domésticas, poseían su propia economía, dominaban el entorno del hogar”, no obstante, con el paso de los años “[…] y las influencias imperantes, este lugar se fue trastocando, confinando a las zomo a posiciones más invisibles y menos valorados” (Calfío 2019: 237). Consignando:
Como apunte importante, es necesario decir que Yafluayin -escrito de esta manera- también fue el nombre de la Sociedad Femenina Araucana, fundada en 1937: la primera organización femenina mapuche. Un año más tarde, en 1938, Herminda Aburto Colihueque se convirtió en su presidenta (Calfío 2019: 238).
Enfatizando, la autora, […] en el problema del olvido de las mujeres mapuche en la labor historiográfica y problematizando desde algunos puntos útiles para futuras investigaciones” (Calfío 2019: 238).
5.CONCLUSIONES
Antes de cerrar este trabajo, resulta indispensable detener la lectura en tres puntos gravitantes, que nacen de los enunciados mapuche vertidos en hojas que trasuntan lo académico, surcando por espacios políticos, que dan luces del caminar mapuche, de sus ideas y de sus organizaciones, del influjo reciproco y cotidiano entre movilizaciones e ideas. Veamos.
En primer lugar, la historiografía mapuche es una realidad; posee una trayectoria, sus marcos referenciales elementales, miradas diversas y sitios de enunciación que le permiten no petrificarse en una o dos prismas. Son letras insurgentes ¿Qué resta por consolidar? En realidad, esta historia no es homogénea o uniformadora, lo que impide vislumbrar caminos que converjan en todo momento, no obstante, lo más apremiante a la hora de consolidar una corriente, digámoslo así por ahora, se resumen en la viabilidad administrativa del proyecto, y el componente humano, sus directrices y la decisión de trabajar en plural, en común, entendiendo que la diferencia y lo diverso es parte del desafío congregacional.
En segundo lugar, la historiografía mapuche no debe dejar de expandirse. Esto implica, crecer en el dialogo y la relación con otros y otras experiencias similares a esta. El ejemplo de hermandad y colaboración entre la Comunidad de historia mapuche y la Comunidad de estudios maya es un punto a destacar. Es fundamental, y la epilogo de ¡Allkütunge, winka! ¡Ka kiñechi! Lo deja entre ver. Podríamos, desde un enfoque generacional, consignar que desde los afanes, compromisos y textos de José Mariman en 1990 al presente, van decantando por lo menos tres generaciones de historiadores e historiadas mapuche. Este dato, halagüeño por lo demás, establece desafíos que comprometen a las diferentes generaciones. Por un lado, el trabajo con las fuentes, la rigurosidad y exhaustividad exigida, en un mundo cada vez más digital-global, obligan a profundizar la reflexión ética, y el uso de estas fuentes. También en el plano teórico-epistemológico, y a partir de los contextos sociales, políticos, económicos y culturales que enfrentamos. Un mundo en tensión con el papel y sus implicancias.
En tercer lugar, respecto de la discusión teórica y el impacto que la historiografía mapuche debe tener en el circuito de las ciencias sociales y humanidades, es otro punto gravitante. Para explicar de mejor forma este aspecto, dividamos esta aseveración en tres reflexiones próximas y conectadas. En primer término, parte de lo que se expresa en este punto tiene que ver con el dialogo mapuche con otras áreas del conocimiento y la creación. Ya nombramos el arte, la música, el cine y la dramaturgia. Estos idiomas, sin duda, llenos de imágenes, expresiones y énfasis diferentes a los de la historiografía, han permitido observar historias mapuche desde posiciones más “del día a día”. Ñuke, obra que se presentó con meridiano éxito el año 2017 y 2018, de la dramaturga mapuche Paula González Seguel, es un paso que acerca de la población a un espacio y tiempo inimaginable por la mayoría de la población chilena: la represión policial en reducciones/comunidades. González Seguel, el 2018 presentó un libro basado en su experiencia teatral y el vínculo de este con la situación histórica mapuche. Otra experiencia destacable es el protagonizado por la directora de cine Claudia Huaiquimilla y su película Mala junta, magistral relato de un adolescente que parte castigado “al sur”. La trama de fondo describe la situación mapuche en territorios histórico militarizado, incluyendo la muerte de un comunero. También destacó recientemente el proyecto Maps-urbe, el cual colectivamente elaboró una cartografía del trabajo racializado en la ciudad de Santiago. Este arduo trabajo de investigación, coordinado por Claudio Alvarado Lincopi y Roberto Cayuqueo, historiador y cineasta respectivamente, bajo la dirección de Olivia Casagrande, se tradujo en una presentación pública, marcada por la música y la presentación de la obra "Santiago waria, pueblo grande de winkas". En segundo término, con la historiografía chilena, que permita activar contradicciones, letargos y proyecciones. La chilenidad ha escrito acerca de historia mapuche; por qué no, que las letras mapuche escriban la historia sobre la chilenidad. Entendemos que no es el momento; queda claro que la prioridad es otra, no obstante, la idea queda anidada en estas líneas. Ese día llegará. Y, por último, en tercer término, es urgente comenzar a intervenir en textos escolares de enseñanza básica y media, pues es en esta dimensión en la cual el colonialismo chileno se anida de mejor forma y disemina entre niños, niñas, adolescentes y sus respectivas familias. Varios de los y las grandes líderes mapuche del siglo XX fueron maestros y maestras de escuelas y liceos; ellos y ellas sabían que la escuela colonial era el cedazo por donde se filtraba la ideología de la dominación y el control colonial. Es perentorio mirarlos a ellos y ellas, tomar nota, irrumpir en esta escuela, en esta máquina de reproducción del modelo dominador/dominado; explotador/explotado; del ethos colonizador.
Así, los próximos trece años, siguiendo la temporalidad estudiada en estas líneas, verán los aportes de nuevas generaciones de historiadores e historiadoras mapuche, con nuevas discusiones y problematizaciones, alejándose o acercándose a las tradiciones, desde la experiencia fuerte de segregación urbana a la morenitud y sus bemoles. En dicho escenario, los debates que permanecerán, sin duda, han de ser los de la autonomía y el lenguaje de descolonización. Veremos si el grito del 2006 o el del 2019, se replican, redefinen o se no se hace, en esta obertura de futuro, en esta construcción incesante de libertad. Veremos qué pasa.
Resumen:
1.INTRODUCCIÓN
2.EL GRITO DE PARTIDA
3.IRRUMPIENDO EN LA CIUDAD PROHIBIDA
4.UN GRITO OTRA VEZ
5.CONCLUSIONES